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Dr. Raymundo Canales de la Fuente

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Riesgo de malformación por Raymundo Canales de la Fuente

23.01.2014 16:16

Existen, por desgracia, muchos tipos de malformaciones congénitas. Hay bases para pensar que la mayoría de los embriones que presentan malformaciones o anomalías genéticas muy graves no continúan su desarrollo, presentándose entonces un aborto espontáneo, fenómeno del que no conocemos su mecanismo fino. De los embarazos ya establecidos y diagnosticados, es decir a partir de que la mujer tiene ya algunas semanas de retraso menstrual, se pierden por abortos espontáneos cerca de 10%, y la mayoría son debido a estas anomalías. Parece ser que la naturaleza tiene algún mecanismo para impedir el nacimiento de seres humanos malformados, pero no es perfecto y por tanto no impide que aparezcan algunas personas con alteraciones congénitas. La cantidad de recién nacidos con defectos no es nada despreciable, estamos hablando quizá de entre 5% y 10% de todos los nacimientos, lo que en nuestro país significa de 100 a 200 mil individuos por año, que, dependiendo de la gravedad del defecto, demandarán atención médica, con fines sólo estéticos a veces, como en el caso del labio hendido, hasta cirugías complicadísimas de corazón. Existen algunas acciones preventivas que se pueden favorecer desde la sanidad pública, como invitar a todas las mujeres en edad fértil a ingerir pequeñas dosis diarias de ácido fólico, que, se ha demostrado, disminuye el riesgo de malformaciones del sistema nervioso. El consumo ideal de esta vitamina es desde algunos meses antes de la gestación hasta completado el primer trimestre por lo menos. Ya establecido el embarazo existen cada día más métodos que nos permiten corroborar la integridad anatómica del embrión y del feto, hay ahora pruebas en sangre materna que permiten analizar algunos cromosomas del embrión, tenemos exámenes por ultrasonido en el primer trimestre que nos permiten estudiar algunos marcadores asociados a defectos congénitos, podemos también efectuar exámenes invasivos como la biopsia del tejido que será la placenta o tomar una muestra de líquido amniótico con el objetivo de analizar los cromosomas del embrión. Toda esta tecnología médica moderna tiene sentido solamente cuando el sistema sanitario le ofrece a la mujer gestante con un resultado anormal, la interrupción de la gestación en caso de que así lo decida. Lo contrario constituye un acto absurdo y francamente cruel, es decir, imaginemos a una mujer que desea estos exámenes y con los resultados alterados en la mano, los médicos no le ofrecen la posibilidad real y concreta del aborto. No hay argumentos legales ni morales para defender una conducta como la descrita, en caso de que quien ofrece el servicio de salud confronte impedimentos legales o morales para la interrupción de la gestación, no se le debe ofrecer ninguna de estas técnicas a las mujeres y en todo caso es necesario enviarlas a algún lugar en el que se le puedan ofrecer todos los servicios. Sorprende saber que algunas instituciones públicas de alto nivel en nuestro país sostengan una actitud tan reprobable y contraria a toda ética.