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Dr. Raymundo Canales de la Fuente

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Clonación humana

23.01.2014 16:21

Raymundo Canales de la Fuente

Hace un par de semanas, en la prestigiosa revista Cell se publicó un artículo firmado por un autor de apellido Mitalipov donde se reportó la obtención de células madre humanas mediante transferencia nuclear. Es un hecho que esperábamos, los modelos animales ensayados han sido parcialmente exitosos pero nunca se había podido replicar con células humanas, lo reportado hace unos años por un grupo oriental resultó un fraude científico.

El investigador hace una narración pormenorizada de la metodología que utilizó, a grandes rasgos consistente en tomar un óvulo humano, de los que ya no van a ser utilizados para la reproducción, al que se le extrae el núcleo (órgano celular que contiene la información genética) para sustituirlo con la información genética de una persona ya nacida. El óvulo es una célula reproductiva, por lo tanto de forma natural contiene la mitad de la información genética necesaria para conformar a una persona, la otra mitad la aportará el espermatozoide; en éste caso se evita que ocurra la fertilización para introducir en ese óvulo la información genética de una persona completa, ante lo cual se comporta como un cigoto arrancando la división celular, y si se le permitiera continuar el desarrollo, se formaría un embrión humano con la misma información genética que la persona que donó el núcleo implantado. Esas primeras células son exactamente células madre, y aparecen con la publicación de este trabajo, las enormes esperanzas de una medicina regenerativa personalizada. Por supuesto existen ya muchos protocolos de estudio en curso, que utilizan  células madre de diversos orígenes, recientemente también se han encontrado por ejemplo, células madre en la grasa de las personas con potencial uso terapéutico, pero las células que en laboratorio han demostrado ser las de máximo valor han sido, en todos los modelos animales ensayados, las originadas por transferencia nuclear. El alto valor de las mismas significa la capacidad de permanecer indiferenciadas en cultivo celular; es decir las de otros orígenes tienden a formar células grasas, de donde fueron obtenidas, de forma similar las de origen sanguíneo, en cambio las generadas por transferencia nuclear permanecen indiferenciadas en cultivo y poseen además la capacidad de convertirse en prácticamente cualquier tejido con el que estén en contacto. Imagine estimable lector, implantar estas células en una persona que redunde en la regeneración del corazón, el hígado o el páncreas. El abanico de posibilidades son infinitas y las esperanzas para la curación de millones de enfermos con patologías degenerativas se concretan. El avance científico no se puede impedir ni detener, no existen argumentos éticos razonables para atajar el progreso en ésta o en otras áreas de la medicina, por supuesto el papel de la sociedad y de la comunidad científica internacional debe tender a garantizar el uso benéfico de todas estas técnicas, por supuesto propiciando el acceso equitativo a los tratamientos que en el futuro se deriven del trabajo científico. Hoy no es todavía una realidad terapéutica, esperemos que lo sea a corto plazo.